El sonido producido por los cuencos de cuarzo influye profundamente a los hemisferios cerebrales. De hecho se pueden combinar determinados sonidos, llamados binaurales, para lograr su armonización. Su sonido repercute en la columna y se expande a las células, líquidos y órganos.
Los cuencos de cristal de cuarzo, al igual que los cuencos cantores de metal, ofrecen distintas posibilidades de trabajo de acuerdo a los distintos tamaños y notas en que están afinados. Es posible profundizar en la forma de tocar los cuencos y en cómo tocarlos para propósitos específicos.
Los cuencos de cuarzo abren una nueva dimensión en el mundo de la vibración y el sonido. En la terapia y la medicina vibracíonal pueden ser una herramienta de las que tan solo hemos comenzado a ver sus grandes posibilidades.
¿Qué producen los cuencos de cuarzo?
Los cuencos crean una ola pura, que llega a extenderse hasta una milla desde su lugar de origen. Esta ola pura de formas también atraviesa objetos.
El cuerpo humano tiene una gran potencial de resonancia en sí mismo. De hecho, está compuesto (en parte) por millones de cristales. Nuestros huesos están hechos de una combinación de colágeno, que es una proteína en la forma de una doble hélice entrelazada alrededor de sí misma .Esto forma un armazón para un tipo de fosfato clásico llamado “cristal Apatite”. Este concepto se ha explorado profunda y detenidamente a través del trabajo realizado por Robert O. Becker en su libro “The Body electric” (el cuerpo eléctrico)
Los cristales apatite existen en todo el cuerpo, en el cráneo o en los dientes. Como todos los cristales estos tienen un potencial de resonancia. Así es que cuando trabajamos con cristales y sonido, como es el caso de los cuencos de cuarzo, entonces hay una resonancia, armonización y un proceso de integración que va entre la vibración interna y externa. La resonancia vibra en todas las cavidades corporales…..hace vibrar a los cristales y afecta también la estructura cristalina de nuestros huesos.
Es esta vibración que tiene un gran efecto sobre la columna vertebral (la cual a su vez es un poderoso resonador) difundiendo-se a través de los conductos nerviosos hasta los órganos, y otros sistemas, tejidos, células y a la vez influyendo sobre la circulación sanguínea, metabolismo, el sistema endocrino, el equilibrio de los centros energéticos, limpiando el campo exterior y también equilibrando los hemisferios cerebrales, sin olvidar, lo más importante … creando un alineamiento una parte más elevada de uno mismo.
Un investigador llamado Norman Mikesell, que trabajó muy cerca de Marcel Vogel, descubrió que existe un líquido cristalino en los organismos biológicos. La diferencia entre sólidos, líquidos y gases, desde una perspectiva física, está en la organización de la estructura molecular. Hay también líquidos existentes que no tienen en absoluto una estructura atómica y algunos que tienen algo que se aproxima a la estructura atómica de los cristales. Aunque estos líquidos tienen la cualidad de ser fluidos, hay una relación geométrica esencial entre los átomos y como se mueven. Marcel Vogel y Norman Mikesell encontraron que el tejido sano corporal es mas liquido cristalino en su naturaleza que fluido, y que además tiene una estructura cristalina más organizada que la de un tejido no sano. En el proceso de deterioro, destrucción o enfermedad, la organización atómica se rompe.
La curación a través de los cuencos de cristal de cuarzo
En este tipo de trabajo podemos mostrar que el sonido puede penetrar el cuerpo, entrando en cada célula, tocándolas y haciendo que equilibren sus energías dentro de la oscilación y resonancia. Esto ocurre con el vaivén de olas sonoras que va y viene mientras el sonido continúa, y en la actualidad sabemos con certeza que es así en efecto a través de las investigaciones de Marcel Vogel.
Así pues cuando una de estas olas de sonido nos toca, las células responden moviéndose en otra dirección. Pueden haberse movido en la dirección de las agujas del reloj, pero ahora dan la vuelta y se mueven al ritmo del sonido.
El efecto de este sonido progresa tocando otras células, que a su vez tocan otras y así hasta que todas se mueven en armonía, no solo entre ellas sino también con la ondas sonoras.
¡Así es qué empezamos con armónicos y al final acabamos en armonía!
Cada sonido influirá de manera distinta a cada persona, además tocara un centro diferente en cada una.
Rosa Puerto