YA NO PUEDO DAR MÁS.…..pero no me siento autorizada para parar.
Durante un seminario que di hace unos años en España se les pidió a las participantes la simple tarea de tomarse una hora a la semana para sí mismas. Podían hacer con ese tiempo lo que quisieran, excepto dormir. La reacción fue sorprendente…sus comentarios “No, ¡eso está fuera de lugar! ¡Tengo familia y un trabajo! ¿Y mis hijos?” Las mujeres presentaron una lista interminable y variada de justificaciones y excusas para no poder hacer estos “deberes”. Sin embargo, solo con observarlas era obvio que necesitaban urgentemente un descanso de sus obligaciones diarias. Necesitaban desesperadamente parar un momento, reagruparse y relajarse.
Siento que la mayoría de las mujeres saben cuando este tiempo de descanso debería haberse producido ya que se trata de un encuentro consigo mismas, una necesidad de regresar a casa. Sin embargo, están deseando que llegue una fecha místicamente establecida en algún momento del futuro en la que finalmente serán libres de hacer algo prodigioso. Mientras tanto, siguen poniendo el bienestar, las necesidades y los deseos de todos los demás por delante de los suyos propios. Me sorprendió ver que algunas de estas mujeres aun salían cada día disparadas del trabajo hacia su hogar para dar de comer a sus hijos varones de 18 años.
La idea de concederse este tiempo personal parecía representar, de alguna manera una amenaza para las mujeres de ese taller. He visto muchas veces en mi consulta mujeres que durante mucho tiempo se enorgullecen de sí mismas por lo indispensables que se han convertido para todos. Esto llega a ser casi la única fuente de su sentido de identidad. Algunas mujeres creen, incluso, que si hacen algo para ellas lo están substrayendo, al mismo tiempo, a los demás.
Por supuesto que todas queremos sentirnos útiles. Ser útiles y productivas implica estar ocupadas. Una agenda apretada nos da la sensación de que estamos avanzando. Aunque esto no es siempre así. Centrarse con demasiada intensidad en los demás a menudo no es más que una justificación para no tener que esclarecer nuestra propia visión, necesidades y deseos. El hecho de ser nosotras mismas hace que muchos nos destierren y el hecho de acceder a las exigencias de los demás hace que nos desterremos a nosotras mismas.
¿Cómo ayudar a los demás sin volverse serviles? Para ello necesitamos encaminar nuestra propia vida. Cuando sabemos quiénes somos dejamos de definirnos basándonos en nuestras interacciones con los demás. Nuestra ayuda a los demás para a ser entonces una extensión de quienes somos, no quienes somos.
La mayoría de las mujeres carecen de un tiempo de sosiego adecuado. Si disponemos de este tiempo, ya nos concedemos un espacio para que puedan aflorar nuevas ideas creativas o percepciones a nuestra conciencia. Nos da la oportunidad de equilibrarnos y sentir nuestro ritmo. La famosa escritora Pinkola Estes dijo en una entrevista “Dicen que todo lo que nosotras estamos buscando también nos busca a nosotras y que si nos quedamos quietas nos encontrara”.
En el caso que te resulte difícil concederte tiempo libre, avisa a tu familia y amigos de que has decidido que por ejemplo el jueves de siete a nueve no estás disponible.
Muchas mujeres se han transformado en la super woman con una actitud de lo yo lo puedo hacer. Sin embargo hay cada vez un número mayor de estas mujeres que no están dispuestas ni pueden cumplir ese papel.
Las mujeres en Inglaterra, Estados Unidos, Alemania o Escandinavia han entendido que no pueden hacerlo todo y sus parejas colaboran de la misma forma que ellas en la casa. Los hombres españoles no han saltado aun este obstáculo.
Cuidar de los demás y alimentarlos es un aspecto innato de la naturaleza femenina. Sin embargo, aquellas que carecen de objetivos personales o que tienen falta de autoestima corren el riesgo de pasarse enormes cantidades de su tiempo solucionando los problemas de todos los demás. Estas mujeres ofrecen ayuda sin que se les pida, constantemente sugieren formas mejores de hacer las cosas y muy raras veces se conceden tiempo libre a sí mismas. Recuerdo a las palabras sabias de una chamana muy anciana que conocí en Méjico que decía “aconsejo a las mujeres que consideren lo que nos cuesta en tiempo, energía, observación, atención, vigilancia, estimulo, instrucción, enseñanza, adiestramiento; estos movimientos de la psique son como reintegros en efectivo de la caja de ahorros de la psique. La causa de la perdida de la piel y del debilitamiento de nuestros más agudos instintos es el hecho de tener la cuenta al descubierto. La falta de nuevos depósitos de energía, conocimientos, reconocimiento, ideas y emoción es la causa de que una mujer se sienta morir psíquicamente”.
Rosa Puerto
Psicoterapeuta, arte terapeuta, terapeuta de sonido, facilitadora de círculos de mujeres