La relación madre e hija es una de las relaciones más profunda, con mayor vinculo y elevada carga emocional de la vida del ser humano. Lleva aparejada mucha complejidad porque las hijas cuando caminan por la infancia tienden a seguir los pasos de la madre, convirtiéndose en su referencia y en su modelo a seguir. Pero, a medida que comienza la adolescencia, las hijas tienden a alejarse del comportamiento de su madre, buscando su propia autonomía y elaborando su propia personalidad, ya que examinan a sus madres desde una perspectiva más amplia y huyen de los rasgos que menos se adaptan a su forma de pensar.
A partir de ahí, a la madre le cuesta entender porque ha dejado de ser protagonista y se siente excluida del desarrollo de su hija, situación que le cuesta aceptar, y que demuestra cada vez que tiene oportunidad.
Por lo tanto, comienza una relación de “amor y odio” entre madre e hija, la cual genera afecto y discusiones por partes iguales. Veamos algunas causas más que provocan esta situación:
– Comunicación incompleta. las hijas conocen a sus madres porque han sido el modelo que han intentado imitar desde siempre, y por lo tanto, saben que características tienen y que preferencias poseen hacia aspectos concretos. Con lo cual, si ellas dirigen su camino hacia algo diferente, prefieren no compartirlo con sus madres, para no generar conflictos, ya que si lo trasladan, son conscientes de que éste puede aparecer. De ahí, que surjan problemas en la comunicación.
– En ocasiones, las madres quieren proyectar en su hijas su “yo ideal”, es decir, que las hijas logren sus deseos no cumplidos o sus objetivos frustrados. Esto suele desembocar en una constante lucha por dicha consecución y una incomprensión en el caso de que la hija elija otro camino. Por su parte, la hija ve una intrusión en su propia individualidad y una intrusión en su propia libertad.
– Otra situación que aparece comúnmente es la decepción de la hija, aunque este apartado, ocurre también con lo hijos. Cuando son más pequeños, los niños y niñas ven a sus progenitores como verdaderos héroes, con gran poder, pero que a medida que crecen estas creencias disminuyen y comienzan a darse más valor a ellos mismos.
– Aparición de excesiva protección. Algunas madres establecen una relación sobre protectoras sobres sus hijas, impidiendo que estas se desarrollen libremente, situación que a la larga, suele generar conflicto.
Esto no quiere decir que la relación madre e hija sea conflictiva por defecto, simplemente significa que son complejas, y que se encuentran en el justo lugar entre el amor y el odio.
A continuación, vamos a ver recomendaciones para que dicha relación tan especial fluya con normalidad:
– En la relación debe existir una comunicación fluida, de respeto y aceptación, basándose en la empatía y en la que ambas partes se sientan comprendidas y apoyadas. Es importante, establecer un diálogo horizontal, siempre y cuando se guarde el respeto
– Que la madre comprenda que a pesar de ser su hija, no es su propiedad y ésta tiene capacidad de toma de decisiones.
– Que disfruten mutuamente de los logros que realice cada una de ellas, donde aparezca el reforzamiento y la alegría.
En definitiva, como hemos visto, la relación madre e hija es especial, pero como todas las relaciones de nuestra vida hay que saber manejarla y cultivarla, y no pensar que por el simple hecho de ser madre e hija, la relación será positiva y productiva por defecto, sino que hay que cuidarla y elaborarla eficazmente.
Rosa Puerto